La Oveja Roja

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Percusión y tomate

de Sol Linares


 Presentación    Autor  Fragmentos



192 páginas, formato 135 x 215 mm
encuadernación rústica cosida, con solapas

PVP: 16,00 euros (IVA incluido)
ISBN: 978-84-16227-09-9


«Anunciaré adrede que Babela oscilará entre los trece y catorce años. Se tratará entonces de un deseo de barro. Ese deseo huele a rosas pisadas en el barro por cascos de caballos, todo irrumpe en su cuerpo como un prolongado estado de ternura y hambre, como los trazos del bonsái de un árbol próspero en mentiras, el cuerpo de Babela explotando en flores y frutos contenidos del que algún día los hombres comerán, comedia de lo vivido prolijamente, donde quizá su vejez acabe con el irrealista hechizo de las vidrieras al que Babela no puede escapar y a quien se somete sin reparo. Esta inverosímil transparencia me obliga a exponer con holgura el siguiente disparate, y no por esto menos cierto: Me tienta la superficialidad de Babela, su soltura en la ignorancia y su pedante pero simpático confort con su mediocre inteligencia, es tan bella y trivial, y no puedo negar que me enloquece aquella candidez con la que absorbe el jugo de fresa removiéndolo con el pitillo mientras piensa en cosas breves y salteadas, ya que jamás piensa en algo sostenidamente..»
(fragmento, Tomate 1)


Novela venezolana (premio Alba Narrativa 2010) que encarna una posición de desprecio radical hacia filosfías y mundos incapaces de contener a la mujer.

Podría ser un barrio, una ciudad, un país, un mundo... pero en esta novela será un hotel. Allí coinciden mujeres de diferentes edades y condiciones, mujeres que procuran sostenerse ante un mundo patriarcal y dolorosamente castrante. Mujeres desde donde partirá un ataque frontal a los estereotipos sobre lo femenino.
«Concibo esta novela, esencialmente, como un pequeño (insignificante quizá) monumento a la desobediencia. Escrita con esa consciencia siniestra y al mismo tiempo ingenua de hacerme difícil mentir sobre la mujer y sobre el mundo en que vivimos, desoí todo y rompí mis propios patrones creativos. Se trató de pasar a otro nivel; uno más crítico, más cercano a la condición humana de mi generación, caracterizada por tener todo al alcance de la mano y sin embargo marcada por una profunda insatisfacción, un profundo sentido de fracaso. [...] Como lectora, estaba cansada de la mujer amada por todos, idealizada por corrientes de pensamiento y discursos estéticos. Sentí entonces que era momento de que lo femenino estuviera a solas por un instante, y que había que escribir ese instante, auténtico, sin poses, sin testigos, sin objetivos, sin pretensiones, sin moralejas, sin prestar un servicio a la humanidad.»